Radio Sputnik. Los fetiches de Biden: engordar al régimen de Kiev y empobrecer a su propio país.

El presidente de EEUU, Joe Biden, está empeñado en empeñar los bolsillos de los ciudadanos de su país, expoliándolos a través de impuestos, para seguir suministrando con absoluto descontrol al régimen nazi de Ucrania, de armas, muchas de las cuales acaban en mercados negros, y dinero, del cual buena cantidad acaba en bolsillos de la cúpula de Kiev. La fijación de Biden: Fetichismo. Veneración excesiva de algo o de alguien. Es lo que dice el diccionario de la Real Academia Española. Y fetichismo es el que tiene el presidente de EEUU, Joe Biden, por engordar al régimen nazi de Ucrania, sobre todo a su cabecilla, y al mismo tiempo, el de empobrecer a su país, en especial, a sus ciudadanos. Se podría hasta casi decir que el fetichismo, la plata quemada y el morir matando, son los terrenos de arenas movedizas en los que Biden se siente más cómodo, como pez en el agua. Todo lo que sea destrucción, ahí está. Como consecuencia, lleva adelante políticas, no ya de ’suma cero’, sino de tierra quemada. Y en esta fijación que tiene con asestarle una derrota estratégica a Rusia como sea, sigue empedernido en una carrera hacia adelante, hacia la autodestrucción. Así, la Administración Biden estaría preparando un nuevo paquete de ayuda para que los legisladores lo consideren este otoño, según el subsecretario del Ejército para Adquisiciones, Logística y Tecnología, Doug Bush. Dicha solicitud de financiación se centrará en impulsar la producción de municiones para las tropas ucranianas, cuyos intentos de contraofensiva están siendo un desastre, según han reconocido desde el propio nido del régimen nazi de Kiev y desde el Pentágono. Un apunte: sólo hasta diciembre de 2022, el Congreso de EEUU había autorizado más de millones de dólares en ayuda para Ucrania, fondos destinados a durar hasta finales de este septiembre. Pasando en limpio Según estimaciones del Instituto Kiel para la Economía Mundial, Ucrania ha recibido más de millones de dólares en ayuda humanitaria y apoyo militar de más de 40 países. De esa suma, Washington ha aportado más de la mitad: unos millones de dólares. En este contexto, el primer lote de tanques Abrams que Washington dará a Kiev ya está en camino a Europa después de que su envío fuera aprobado oficialmente el primer fin de semana de agosto, confirmó el jefe de adquisiciones del Ejército del país norteamericano, Doug Bush. Se informa que al menos en este primer lote, de entre seis y ocho tanques Abrams M1A1, estos serán despojados de su tecnología más avanzada y sensible: no contarán con blindaje de uranio empobrecido ni con un sistema electrónico más sofisticado que ayude a un mejor manejo y operación, según informaron medios como Político y Newsweek a principios de agosto. De acuerdo a expertos, la llegada de estos Abrams al frente de batalla no tendrá un impacto sustancial en beneficio del bando ucraniano, y por el contrario, la sofisticación del vehículo militar evitará que los ucranianos puedan maximizar su eficacia. Dicho de otra forma, arderán igual de bien y de fuerte que los Leopard alemanes. Respecto a si estos constantes envíos de todo tipo de armamentos y dinero por parte de EEUU a Ucrania podrían cambiar en algo el curso de la fallida contraofensiva ucraniana, el analista internacional Christian Lamesa, opina que no lo hará. “Esto es una especie de barril sin fondo, en el cual este dinero, que es en definitiva el dinero de los propios contribuyentes norteamericanos, se va, como decía, en un pozo sin fondo en el cual no sólo está el presupuesto en armamento para Ucrania, e incluso el mantenimiento del funcionamiento del propio Estado, que es un Estado fallido porque no puede pagar sus propias cuentas, sino que también se va en la escandalosa corrupción que tiene el régimen de Kiev“, observa Lamesa. “Lo que llama la atención es cómo Washington hace esto, y no destina fondos para auxiliar a su propia población que en gran número está viviendo en tiendas de campaña en las calles, totalmente desamparados de cualquier tipo de asistencia por parte del Estado“, concluye Christian Lamesa.
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