Es guerra y no son presos políticos: son los rehenes de Maduro

En una dictadura, los objetores de conciencia y los disidentes se convierten en presos políticos. Es el instrumento para neutralizar a la disidencia y sembrar el miedo. Pero en una guerra, en una batalla contra un grupo criminal que ha secuestrado el poder, los presos políticos son, en realidad, rehenes. Los jerarcas del chavismo lo han dicho: si hay alguna invasión o rebelión, iremos por ellos. Y entre los rehenes, sabemos que ya Maduro tiene un militar estadounidense encarcelado. Se repite la historia de los rehenes de Citgo, que fueron utilizados por Maduro para negociar la liberación de Álex Saab y, con anterioridad, a los conocidos como “narco-sobrinos”. La Casa Blanca ha confirmado que el militar del Pentágono estaba de vacaciones en Venezuela, a pesar de que Estados Unidos recomienda a sus nacionales no viajar a Venezuela, precisamente por el riesgo de captura que ello supone. El nuevo rehén se conoce el mismo día en que Petro, Lula, López Obrador y Maduro se reúnen para buscar una solución para Venezuela. Petro pidió a EEUU que dilatara la batería de sanciones que estaban previstas para comenzar a ser aplicadas hace dos días. Pidió tiempo porque es consciente de que cuando comiencen a aplicarse las sanciones, es probable que no haya vuelta atrás. Zapatero ha reaparecido en agenda privada y le ha dicho a los suyos que gracias a su labor hay 76 encarcelados que fueron liberados. Y mientras tanto, Maduro busca encarcelar a Edmundo o forzarlo al exilio. Si fracasa la mesa de negociación, vendrán las sanciones. Y en este nuevo escenario, Maduro mostrará sus cartas, es decir, sus rehenes.
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