Netanyahu y Venezuela: Medios dominantes por un lado, pueblos por el otro
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Nuevo programa de El Frasco: Medios sin cura, el programa que aborda las noticias de la semana y el rol de los medios de comunicaciĂłn con ironĂa y humor.
Luego de haber sido el mayor responsable por el asesinato de, al menos, niños en la Franja de Gaza en los Ășltimos 10 meses, el primer ministro israelĂ, BenjamĂn Netanyahu fue aplaudido y ovacionado en el Congreso de los Estados Unidos.
El dato patĂ©tico es que ante la ausencia de casi cien legisladores que tal vez no quisieron salir en la foto aplaudiendo al criminal de guerra, recurrieron a âextrasâ para llenar los espacios vacĂos. Todo muy acorde a un discurso que segĂșn los propios medios dominantes fue âmĂĄs espectĂĄculo que contenidoâ.
Sin embargo, los aplausos de los congresistas (muchos de ellos patrocinados por el propio lobby israelĂ) contrastaron con las manifestaciones afuera del recinto, ya que en las calles de Washington, miles de manifestantes protestaban ante la presencia del genocida.
Y quien hace algunos años le pidiĂł precisamente a Netanyahu, en una carta, que interviniera en Venezuela (ÂĄ!) fue MarĂa Corina Machado, la lĂder de la oposiciĂłn venezolana que apañó al candidato Edmundo GonzĂĄlez.
Lo cierto es que ya dĂas antes de las elecciones en Venezuela, se activĂł el guion habitual que explica lo estamos viendo hoy: Los medios difundieron sospechosas encuestas que daban ganador a GonzĂĄlez y aseguraron que âel chavismo estaba terminadoâ.
La siguiente etapa fue agitar el fantasma del fraude, sin elementos que pudiesen sostener tal afirmaciĂłn. Y tras conocerse los resultados del domingo, desconocieron los mismos. Algo que, de todos modos, ya habĂan dicho que harĂan.
Hablamos de este tema que resulta clave para comprender una puja geopolĂtica que involucra a todo el planeta, con la investigadora Solange MartĂnez, analista del Centro Latinoamericano de AnĂĄlisis EstratĂ©gico (CELAC).
Los medios dominantes tal vez no tengan cura, pero al menos dudemos de aquellas âpĂldorasâ que pretenden que consumamos.