Un genio absoluto con la pelota. Un mago único al momento de regatear. Un talento irrepetible como mediocampista. Y, sobre todo, un profesional ejemplar dentro y fuera de la cancha. Tus actuaciones y títulos te hicieron histórico, pero tu manera de tratar el balón fue lo que te convirtió en un futbolista eterno. Los que tuvimos el privilegio de disfrutar tu juego nos encargaremos de que las futuras generaciones dimensionen tu legado. Y más allá de lo que digan los números, los trofeos y los premios individuales, trascendiste escudos, camisetas y rivalidades. Hoy anunciaste que dejas de jugar para siempre, pero ten por seguro que nunca te irás. Tu fútbol siempre será infinito. 𝗚𝗥𝗔𝗖𝗜𝗔𝗦 𝗣𝗢𝗥 𝗧𝗔𝗡𝗧𝗢, 𝗗𝗢𝗡 𝗔𝗡𝗗𝗥𝗘́𝗦 𝗜𝗡𝗜𝗘𝗦𝗧𝗔.