Sitiados por el avance japonés en Birmania, el capitán Langford (Stanley Baker) y sus exhaustas tropas británicas se refugian en un pueblo enemigo en medio de la selva. A pesar de las protestas de un anciano sacerdote (Guy Rolfe) y del corresponsal de guerra Max Anderson (Leo McKern), Langford ordena al sargento McKenzie (Gordon Jackson) que dispare a dos aldeanos inocentes, con el fin de “persuadir“ a un prisionero japonés a entregar información vital. Cuando los japoneses recuperan el pueblo, su comandante utiliza las mismas tácticas de guerra que había usado Langford, con el fin de extraer información de los británicos.