La práctica de la meditación regia , la oración respiratoria y plástica es el vuelo espiritual del ave blanca hacia los cielos solares, hacia el reino de la luz altísima y sobrecelestial.
La Reina de la paz nos eleva hacia los mundos celestiales donde no hay ninguna alusión al mal.
En sus mundos elíseos no hay mal, sino
el bien exclusivamente. No hay pecado, sino la santidad perfecta en
los jardines meditativos de las beatitudes eternas. No hay lujuria,
sino una fragante pureza admirable.
Se abre el loto de mil pétalos del corazón espiritual, y el alma
se eleva hacia los mundos espirituales y eternos, imperecederos y
perennes.