Tan joven y tan viejo - Joaquín Sabina

Lo primero que quise fue marcharme bien lejos en el álbum de cromos de la resignación. Pegábamos los niños que odiaban los espejos, guantes de Rita Hayworth, calles de Nueva York. Apenas vi que un ojo me guiñaba la vida, le pedí que a su antojo dispusiera de mí. Ella me dio las llaves de la ciudad prohibida. Yo todo lo que tengo, que es nada se lo dí. Y así crecí volando y volé tan deprisa que hasta mi propia sombra de vista me perdió. Para borrar mis huellas destrocé mi camisa, confundí con estrellas las luces de neón. Hice trampas al pocker. Defraudé a mis amigos. Sobre el banco de un parque dormí como un lirón. Por decir lo que pienso, sin pensar lo que digo, más de un beso me dieron y más de un bofetón. Lo que sé del olvido lo aprendí de la luna. Lo que sé del pecado lo tuve que buscar como un ladrón
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